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Mostrando entradas de junio, 2010

Saramago al otro lado de la Caverna

Me confieso devota lectora de José Saramago. La primera obra que leí de él fue El evangelio según Jesucristo y fue un acontecimiento pues tenía todo lo que mi nostalgia oteaba en tanta y tanta novela contemporánea. Sus paisajes interiores, su correctísima irreverencia, su ser seducido por los grandes temas de la filosofía, ese tono intemporal que nos sumerge in illo tempore en el que las utopías colectivas tienen oportunidad ya sea una micro colectividad como es la familia en La caverna o una colectividad formada por el dolor de la deshumanización como ocurre en Ensayo sobre la ceguera . La luz de Saramago se dirigió a nuestra razón y al hacerlo, tocó las fibras más profundas de nuestra sensibilidad postmoderna. Extrañaremos su lucidez, esa manera de desembozar las verdaderas raíces de los males sociales. Extrañaremos que sacuda nuestro ser hurgando por la indignación ante los atropellos de nuestro tiempo. Claro que lo vamos a extrañar, pero están sus libros, su pensamiento, su valo

Esa difícil elección

La elección de la carrera debería ser el resultado de un proceso de autoconocimiento. De haber determinado por sí mismo las habilidades que se posee, de haber reconocido las aptitudes hacia tales actividades y de haber investigado grandes y nimios aspectos de la profesión a la que creemos dedicaremos gran parte de nuestra vida. El autoconocimiento exige, estoy segura, el silencio de muchas voces: la de la familia que recomienda esta o aquella carrera, la de los amigos y maestros. Ningún test reemplaza este proceso. La decisión es indeclinablemente personal. No podemos delegarla, no podemos evadir la responsabilidad. Un ejercicio que recomiendo a los jóvenes es que en el momento en el cual ya eligieron se digan "toda mi vida me dedicaré a..." ¡Dios! eso significa más de cuarenta años de vida laboral. Es mucho tiempo. Sería terrible equivocarse. Por otro lado, tampoco creo que sea cierto que solo seamos buenos para una sola carrera. Estoy convencida que nuestra personalidad sie