Comunidad IEBS Dos décadas atrás, cuando la galaxia de Gutemberg lo era todo, cuando los libros y revistas eran nuestra fuente del saber, también era más sencillo definir nuestros intereses, nuestras preferencias y nuestras elecciones en lo que búsqueda de la información se refiere. Somos seres narratológicas y toda línea del saber tenía una respetable duración. De aquello a la discrecionalidad disruptiva actual hay un verdadero abismo y nos hemos convertido en una suerte de voraces degustadores de cuanto se nos vaya presentando cuando nos sumergimos en esa biblioteca, babélica y laberíntica, que es la información en tiempos de lo virtual. Picoteamos por aquí y por allá y, en no pocas ocasiones, podemos aterrizar muy lejos de los intereses que realmente tenemos. Ya hay quienes, como Alfons Cornella, aconseja detenerse a pensar en las líneas de interés que tenemos (música provenzal, liderazgo instructivo, masajes reductores, teoría de cuerdas, etc.,). Claro que para ell
Conocí a Jorge a través de su esposa Flor. De inmediato, empezó una fraterna amistad y cuando digo fraterna es que siempre nos sentimos unidos por el amor a la poesía, nuestra posición ética y el rechazo a toda posible argolla literaria Jorge era maestro como yo. Tenía una incunable pasión por enseñar y lo ejercía incluso cuando conversaba. Tenía modos suaves y palabra aguda. Una memoria afectiva que enlazaba con un fino e irreprochable sentido del humor. Por ella, desfilaban sus encuentros y desencuentros con muchos escritores del 50 y 60. Recuedo que cuando terminaba una anécdota comentaba "era un poco vanidosito ¿no?". Así, condescendiente y distante, era Jorge con los errores ajenos. Intercambiamos libros muchas veces y siempre que escribía una dedicatoria o nos dejaba una nota, anotaba: "Desde las viñas azules..." Hace poco he recobrado mi biblioteca, ahora mis libros están conmigo ocupándolo todo. Busco "Las viñas azules" con afán. Aún no