Colegios emblemáticos, aulas inteligentes, colegio para superdotados. No está mal; pero por allí no va el cambio educativo que demanda la nación. El Presidente, los congresistas, los funcionarios de todo rango ejercen un proceso formativo y deformativo entre los peruanos. Todos los actores de la sociedad civil forman parte de este proceso. La indiferencia y pasividad frente a la corrupción, a la violencia y la injusticia se transmite de generación en generación. La escuela no lo puede todo; es más, reproduce los defectos de la sociedad en la que surge y es imperativo que se autorregule con una visión trascendente que apunte a las necesidades de nuestro colectivo familiar y social. Lamentablemente, el servicio educativo ya no lo delínea la pedagogía sino el teje y maneje del marketing y las tendencias de un mercado caprichoso que solo otea la inmediatez. Urge tener una escuela a contracorriente. Urge tener maestros con una auténtica y comprometida concepción educativa, con la fortaleza