Ir al contenido principal

De vuelta al colegio, año escolar 2008


En unos días más miles y niños de jóvenes regresarán a las aulas de clase. Entre regañadientes, somnolencias y algo de nostalgia por ver a sus compañeros retornarán a ese mundo de rutina, exigencia sin razones en que se ha convertido la escuela. Escuchamos a la saciedad acerca de nuestra deshonra internacional en resultados educativos. Asistimos hablar de tercios que excluyen y evaluaciones magisteriales que no se desean. Hace muchos años que el tema de educación es un tema obligado en el debate político. Hace mucho que se desplazó el asunto de la educación a la esfera de la educación formal. Presiento que si no hallamos el verdadero sentido de buscar excelencia educativa, serán muchos más los años que estaremos en esta crónica marea de lamentaciones.

Por supuesto que el docente estatal, como cualquier otro funcionario tiene que ser evaluado periódicamente, tiene que ser capacitado con recursos del Estado y motivado para leer, buscar información, perfeccionarse también con sus recursos, que bien pueden ser solo tiempo y creatividad. Sin embargo, ¿Qué hay de los colegios privados? Qué hay de esos lugares donde muchas veces el lucro y el “quedar bien” con el padre de familia reemplazan los verdaderos cimientos de un auténtico proceso educativo. En muchos de ellos, la calidad educativa se confunde con mayor cantidad de información. El nivel académico se convierte en mayor carga informativa que va a dar en la memoria de corto plazo. ¿Acaso no está feliz el padre de familia a quien lo embaucan diciéndole que, desde primaria, el niño ya está llevando biología avanzada y aritmética casi universitaria? Un niño puede memorizar esa información, la respuesta es sí, puede automatizar operaciones; pero lo que no puede hacer es comprender el sentido de lo que se le intenta enseñar y por lo tanto no se produce el aprendizaje. ¿Hay una currícula nacional? No. No la hay. Lamentablemente, los colegios privados se han convertido en tierra de nadie. No escasean los pillos que, aprovechándose de la crisis de la educación estatal, venden gato por liebre a los padres de familia y se enriquecen esquilmando los sueños de los incautos.

Todos queremos la mejor educación para nuestros hijos, pero estoy absolutamente segura que la familia y la sociedad en su conjunto no están excluidos de tal tarea. Partiendo de ese instante en que fascinados por un anuncio periodístico, por el comentario de algún amigo o por la tradición familiar escogemos un colegio para nuestros hijos.
Extracto de la entrevista que sostuve para la revista Educaria

Comentarios

Luis ha dicho que…
Estimada Sra. Marta Isarra:

En este link encontrará una grave denuncia acerca de un profesor de los colegios Trilce:

http://alvarofelipe.wordpress.com/2009/02/16/colegios-trilce-y-roberto-arrieta-%C2%BFquien-es-carlos-vizcardo/

Tengo entendido que usted laboró en esa institución y estoy seguro de que tendrá algo que decir al respecto. ¿Esos son los profesores que queremos para nuestros hijos?

Un afectuoso saludo.

Entradas populares de este blog

Cada domingo a las doce, Arturo Cavero

Es lunes. Algo de pereza. La ilusión de leer el artículo que espero cada semana. Es bueno empezar la semana con esta abrigadora rutina. Recuerdo a mi querida amiga Virginia Vílchez y leo la agenda que puntualmente publica cada semana. Tiene una queda y solitaria perseverancia. Hace dos años que tomamos un cafecito, tejimos mil proyectos y, como siempre, no volví. Tanto ruido de todas partes. Una canción resiste el bullicio de esta mañana. Arturo Cavero interpretando Cada domingo a las doce . Lo recuerdo comprando libros en una feria universitaria. Conversamos un rato. Compró uno de los míos al ver mi fotografía. Le agradecí el gesto y haberme ayudado en días anteriores cuando mi habitual torpeza provocó un verdadero estropicio de cajas de libros en el piso. Talento, sentimiento, nobleza y caballerosidad. Así vivirá en mi memoria. A continuación, les presento un artículo que expresa lo que quería decir. De modo que los libro de mis balbuceos y comparto con ustedes la precisa nota de Alo

Infoxicación o la gula del conocimiento

Comunidad IEBS Dos décadas atrás, cuando la galaxia de Gutemberg lo era todo, cuando los libros y revistas eran nuestra fuente del saber, también era más sencillo definir nuestros intereses, nuestras preferencias y nuestras elecciones en lo que búsqueda de la información se refiere. Somos seres narratológicas y toda línea del saber tenía una respetable duración. De aquello a la discrecionalidad disruptiva actual hay un verdadero abismo y nos hemos convertido en una suerte de voraces degustadores de cuanto se nos vaya presentando cuando nos sumergimos en esa biblioteca, babélica y laberíntica, que es la información en tiempos de lo virtual. Picoteamos por aquí y por allá y, en no pocas ocasiones, podemos aterrizar  muy lejos de los intereses que realmente tenemos.  Ya hay quienes, como Alfons Cornella, aconseja detenerse a pensar en las líneas de interés que tenemos (música provenzal, liderazgo instructivo, masajes reductores, teoría de cuerdas, etc.,). Claro que para ell

La escuela según el diablo

Hace muchos años en algún país el diablo hizo su aparición, el traía una idea en la cabeza y trataba de convencer a la gente. Su idea era el hacer una escuela pero…¿Cómo sería esa escuela? Entonces se le ocurrió preguntar a las madres de los niños cómo era que sus hijos se comportaban y ellas empezaron a contestar con gran entusiasmo… ¡Los niños aman la naturaleza! ¡Ah… entonces los meteremos a cuartos cerrados en donde no vean ni siquiera el árbol de la esquina…! ¿Qué más les gusta? ¡Les gusta comprobar que la actividad sirve para algo! Entonces haremos de tal manera las cosas que su actividad no tenga ningún objeto - dijo el diablo. ¡Ah….! - dijo otra señora - Les gusta moverse, brincar, saltar, correr, aventar… Pues los obligaremos a estar sentados y quietos…. ¡Les gusta manejar objetos, servirse de las manos! - comentó una más. Pues que sólo manejen ideas, únicamente ideas…..¡Que no ocupen las manos! ¡Les gusta razonar! Pues que memoricen…! ¡Les gusta hablar! Que guarden silencio,