Hoy mi hijo regresa de Nueva York. Cuánto lo he extrañado. Pensé que tendría más tiempo, que haría mil cosas y que escribiría otras tantas. No ha sido así. Hasta mis más minúsculas acciones matinales están ligadas a él. Actos tan simples como despertarlo en las mañanas o andar de puntillas si no tiene clases. Fueron tres semanas, tiempo suficiente para descubrir que mi vocación de soledad tal vez solo fue un sofisma que en algún momento me inventé y terminé por creer. En estas tres semanas, ni la lectura, ni la escritura…solo el cine, mi balcón y pensar mucho en lo rápido que pasaron los trece años que comparte conmigo y lo matinal de sus ansias por dejar el nido. Así te forjé, querido, fuerte, curioso, autónomo y con alma de explorador. No podía ser de otro modo, Toda la tierra siempre te será propicia. Con todo mi corazón, Bienvenido a casa, mi niño, Bienvenido a la abrigadora rutina que por ahora compartimos.
Es lunes. Algo de pereza. La ilusión de leer el artículo que espero cada semana. Es bueno empezar la semana con esta abrigadora rutina. Recuerdo a mi querida amiga Virginia Vílchez y leo la agenda que puntualmente publica cada semana. Tiene una queda y solitaria perseverancia. Hace dos años que tomamos un cafecito, tejimos mil proyectos y, como siempre, no volví. Tanto ruido de todas partes. Una canción resiste el bullicio de esta mañana. Arturo Cavero interpretando Cada domingo a las doce . Lo recuerdo comprando libros en una feria universitaria. Conversamos un rato. Compró uno de los míos al ver mi fotografía. Le agradecí el gesto y haberme ayudado en días anteriores cuando mi habitual torpeza provocó un verdadero estropicio de cajas de libros en el piso. Talento, sentimiento, nobleza y caballerosidad. Así vivirá en mi memoria. A continuación, les presento un artículo que expresa lo que quería decir. De modo que los libro de mis balbuceos y comparto con ustedes la precisa nota de Alo
Comentarios