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Nos deja un gran maestro


Para el gran maestro, el ejercicio de la docencia va más allá de lo espacial o temporal. Tiene que ver con las respuestas que necesitan las generaciones que lo acogen como maestro aunque no hayan tenido la suerte de abrazar su sabiduría en un aula de clases. Ello sucede con Luis Jaime Cisneros, presencia serena, comprometida, apasionada, señorial y desenfadada que habitó en el mítico parnaso de los mejores intelectuales de la universidad peruana. Fue un lujo tenerlo como maestro. Leer sus artículos a contracorriente siempre será la prueba viva de que existe una auténtica pedagogía peruana en pensadores que unieron la educación, la ética, lo cotidiano y lo trascendente. He leído esta mañana varios de los artículos que se han escrito sobre nuestro queridísimo maestro. Elijo el de Alonso Cueto por el parentesco pedagógico y amical.
Presencia

De todos los momentos que nos quedarán siempre de esa vida, hay algunos que aparecen rápidamente: su voz fluida y dramática en clase leyendo el famoso pasaje de “El Aleph”; sus explicaciones minuciosas sobre el signo lingüístico; sus tardes tomando té y tostadas con mermelada en su casa de General Borgoño y luego en la avenida La Paz; su recitación de “Las Soledades” de Góngora, con las adiciones de Dámaso Alonso; sus bromas sobre los militares, en los tiempos de la dictadura velasquista (algunos animales son multicolores pero los gorilas tienen color uniforme, era una de sus variantes); la presencia siempre fiel, inteligente, generosa de Sara en las conversaciones con él y otros amigos; su pasión por la medicina; la compañía de sus hijos, sus hijas y sus nietos, de los que se sentía siempre tan orgulloso (incluso decía que había logrado gustar de la música de rock gracias a algunos de ellos); el discurso que lanzó la víspera de las elecciones del 2000, contra los abusos del gobierno fujimorista, cuando dijo que debíamos construir un país “a la altura de nuestra esperanza”; las ocasiones en las que aceptaba presentar libros a cualquier estudiante que se lo pidiera, con tal de apoyarlo en su aventura editorial; sus intervenciones siempre escritas en las presentaciones de libros; las anotaciones minuciosas, irónicas, certeras que hacía a cada trabajo en las reuniones de los jurados; los chistes que contaba siempre con entonación variada; sus caminatas de una hora siempre en las mañanas; su obsesión por la enseñanza y su frase repetida: “Nunca me pierdo mi clase de las ocho”; sus ensayos y confesiones, en “Temas lingüísticos” y en “Los trabajos y los días”; la ovación de pie, de varios minutos, con que lo recibió el auditorio de la Universidad Católica en la ceremonia del doctorado en diciembre; sus manos moviéndose de arriba abajo, tratando de detener los aplausos, y sus sonrisas aceptándolos; su frase según la cual el maestro es un sembrador que pone una semilla en un alumno y que debe retirarse de la escena cuando lo ve triunfar; su pasión por Góngora, El Lunarejo, Cervantes; esa expresión de ojos profundos, en la que no estaba ausente un matiz de picardía; la elegancia de su modestia, cuando recibía elogios; su pasión por los juegos de palabras y por las palabras, en general; la tarde en la que tocó al piano una pieza llamada “Las piernas de Carolina” y lo dijo; las interminables noches en su casa, haciendo el geniograma (en una ocasión, en su casa, nos faltaba una palabra para terminar un geniograma difícil, y cuando lo dimos por perdido y me estaba despidiendo de él, a la una de la mañana, me dijo: “No puede quedar así. Vamos a completarlo”. Y lo hicimos).
Su persistencia, su gracia, su generosidad. Su sabiduría, su profunda inteligencia, su humor. Todo eso abona en la cuenta de una gran vida, una vida que nos va a servir a los demás para seguir viviendo, como él siempre quiso y quiere.
Tomado de El Comercio, viernes 21 de enero de 2011.

Comentarios

Saludos Martha, estuvimos
en una reunión con León Trahtemberg, el día martes 21 de diciembre del 2010. Charlamos con otros profesores sobre una serie de temas relacionados con el problema educativo.

Ví tu blog: http://marthaisarraentiempodearlequines.blogspot.com/. Hay temas muy interesantes, (sobre Benedetti, Carvallo, Borges, etc.)

He leído algunos de tus comentarios, por ejemplo, "Esa difícil elección". Me interesó mucho tu trabajo en la literatura infantil y la colección de libros de tu proyecto PAIDEA . Veo que estás muy involucrada en la mejora de la capacidad lectora de los estudiantes peruanos.

Este año conocí a Javier Arévalo y me presentó su proyecto ReCreo. Dentro de este proyecto está su plan de intervención lectora en los colegios de distintos ámbitos. Tu proyecto PAIDEA no está ajeno a las innovaciones en el plan lector; espero poder conocer más ideas sobre tu proyecto. (En educared he visto que das charlas sobre nuevas formas de afianzar el plan lector en las escuelas.)

Me gustaría intercambiar algunas experiencias sobre el plan lector. Creo que se necesitan mucho trabajo para elevar el nivel de comprensión lectora en nuestro chicos a nivel nacional. La última prueba PISA, sigue preocupando el rendimiento de la capacidad lectora de nuestras generaciones peruanas.

Espero contactarme muy pronto contigo.

Sldos.

Te dejo mis datos.

Juan Luis Condori Gutiérrez
Lic. en Educación - nivel secundaria
Historia y Geografía - UNFV
Maestrista: Medición y Evaluación de la Calidad Educativa (UNE)
Docente de las áreas: HGE - PFRRHH - FCC
IEP. NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN - SURCO

CEL: 991028198
CASA: 2544043


ATTE.
Lic. Juan Luis Condori Gutiérrez
Docente de las áreas de HGE/ PFRRHH/ FCC
I.E.P. "Nuestra Señora de la Asunción"
Santiago de Surco
Cel: 991028198
jcondori@nsa.edu.pe
x_sidarta@hotmail.com
ciencia_sociales@hotmail.com
www.nsa.edu.pe

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