Hace años que no veía a Mario Delgado. Debo confesar que he seguido de cerca su trabajo y he disfrutado las propuestas teatrales que nos ha ido entregando a lo largo de una dilatada, esforzada y prolífica carrera de dirección teatra. Hace unos días fui invitada a una representación de "Los ríos profundos" de Arguedas. Qué difícil, pensé. Qué difícil llevar al teatro una obra que no fue escrita para ser representada. Tenía muchas dudas que el talento de Mario Delgado y los actores que lo acompañan (Fernando Fernández, Flor Castillo, y Juan Maldonado) consiguieran llevar a escena la ternura, la musicalidad y las dolorosas encrucijadas arguedianas.
Mis temores se fueron alejando desde los primeros minutos y al concluir la representación ya habían desaparecido para dar paso a una lectura que, sin traicionar el universo narrativo de Arguedas, enriquece la nuestra concediendo belleza a los instantes más dramáticos de la obra. Mario nos contó que vienen trabajando esta presentación desde el 2000. Al conversar con los actores, sentimos que la exploración de los sentires de los personajes de Los Ríos Profundos ha sido tal que consiguen que los asistentes pasen de lo celebratorio a la indignación, de la indignación a la tristenza de la ausencia y de ella al dramatismo de la impotencia. Esta obra merece ser presentada, como es anhelo del director y del elenco, en todos los colegios del país. Ojalá que las empresas e instituciones puedan hacer posible que Arguedas nos sea traducido masivamente por el talento de Cuatro Tablas.
Mis temores se fueron alejando desde los primeros minutos y al concluir la representación ya habían desaparecido para dar paso a una lectura que, sin traicionar el universo narrativo de Arguedas, enriquece la nuestra concediendo belleza a los instantes más dramáticos de la obra. Mario nos contó que vienen trabajando esta presentación desde el 2000. Al conversar con los actores, sentimos que la exploración de los sentires de los personajes de Los Ríos Profundos ha sido tal que consiguen que los asistentes pasen de lo celebratorio a la indignación, de la indignación a la tristenza de la ausencia y de ella al dramatismo de la impotencia. Esta obra merece ser presentada, como es anhelo del director y del elenco, en todos los colegios del país. Ojalá que las empresas e instituciones puedan hacer posible que Arguedas nos sea traducido masivamente por el talento de Cuatro Tablas.
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