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Desde las viñas azules

Conocí a Jorge a través de su esposa Flor. De inmediato, empezó una fraterna amistad y cuando digo 
fraterna es que siempre nos sentimos unidos por el amor a la poesía, nuestra posición ética y el rechazo a toda posible argolla literaria
Jorge era maestro como yo. Tenía una incunable pasión por enseñar y lo ejercía incluso cuando conversaba. Tenía modos suaves y palabra aguda. Una memoria afectiva que enlazaba con un fino e irreprochable sentido del humor. Por ella, desfilaban sus encuentros y desencuentros con muchos escritores del 50 y 60. Recuedo que cuando terminaba una anécdota comentaba "era un poco vanidosito ¿no?". Así, condescendiente y distante, era Jorge con los errores ajenos. 
Intercambiamos libros muchas veces y siempre que escribía una dedicatoria o nos dejaba una nota, anotaba: "Desde las viñas azules..." Hace poco he recobrado mi biblioteca, ahora mis libros están conmigo ocupándolo todo. Busco "Las viñas azules" con afán. Aún no lo encuentro, pero me llega la sensación cálida de su casa en Breña, su gentileza, la fortaleza de Flor, la amable bienvenida de Jorge y Paco. Pienso en esa familia amiga y los extraño hondamente. 



JORGE BACACORZO
BIOGRAFÍA
(27de mayo de 1925 - 07 de junio de 2006)

“Bacacorzo tiene una voz propia, jamás oída en las antologías,
aunque sacada del subsuelo peruano…que le da otro sentido a las banderas”
Alberto Hidalgo

“Bacacorzo está llamado a ser uno de los intérpretes poéticos
más calificados del alma peruana, en su misión universal”
Ernesto More

“Bacacorzo ha encontrado…un lenguaje singularísimo,
definitivamente mestizo, peruano, vivo y popular.
Manuel Miguel de Priego

Hijo de Santos y de Carmen, Jorge Bacacorzo era básicamente un hombre amable, un riguroso hombre amable que sabía ser un gran consejero y amigo. Combinaba cierta seriedad con su humor filudo y corrosivo, al mismo tiempo que le daba a cada asunto el valor que merecía en el momento exacto. Para muchos fue un artista, para otros un maestro, para otros un amigo. Solía conversar durante horas, de diferentes temas que oscilaban desde la poesía hasta la ciencia, la política y la vida, siempre preocupado por las vivencias del interlocutor lo ametrallaba a preguntas y le refería ricas experiencias y casi siempre, nunca se detenía para decirle que era poeta o que había escrito tal o cual libro o que le habían asignado un premio o reconocimiento o que habían hablado de él en alguna publicación. No se medía a sí mismo por títulos o cargos y tampoco medía a los demás por lo mismo. Trataba a las personas como se trataba a sí mismo. Era por lo tanto, también un hombre justo.

Bacacorzo fue profesor durante más de cuatro décadas, aunque en realidad lo fue siempre. Duro para realizar las críticas pero también siempre muy cariñoso y tierno para escuchar problemas, para guiar en la oscuridad de la adolescencia. La gran cantidad de correos electrónicos que se encuentran en el espacio virtual con saludos al maestro desaparecido, son prueba de ello. Alumnos desperdigados por todos los rincones del planeta que lamentan su partida. Alumnos del Colegio al que entregó años de trabajo, el Colegio Lima San Carlos, y también como no de otros colegios y escuelas populares. Discípulos que coinciden todos en lo mismo: la manera tan apasionada y sencilla de enseñar y la gran calidad de amistad que ofrecía el maestro.

Pero, Jorge Bacacorzo era también un poeta, alguien que convivió con la palabra desde muy pequeño y que buscó sus caminos secretos y transcurridos con pasión y amor por su trabajo. Componer un libro era para él sumergirse en meses enteros de amanecidas y elucubraciones, cada palabra tan fácilmente como salía de su pluma era también puesta en tela de juicio inmediatamente. Siempre solía preguntarnos nuestro parecer sobre cuál verso debía ir en el poema que estaba escribiendo, que si este o si este otro, cuando nos decidíamos por uno, él optaba por el otro. Era así su método, una gran confianza en su creatividad. Sin embargo era también muy humilde frente a todos y muy temeroso de que su obra publicada no estuviera a la altura de las circunstancias. Cuántas veces nos habló sobre el temor de que su obra no cumpliera con trasmitir el mensaje como él deseará. Supo pues, combinar sus dos labores principales: la enseñanza y la creación literaria, quería una poesía de función social, un arma para liberar al hombre, una poesía que presentara las imágenes del sufrimiento del hombre y de sus luchas. En sus primeros poemas se nota el deseo del cambio social, estos conformaron el poemario: “Pan y Rebeliones” (1947). La poesía amorosa y erótica tendría un espacio importante en su labor como creador, “Azul Antiguo” (1961) y “Las Viñas Azules” (1981), que se convertiría en el nombre que señalaría la morada del poeta no importando el lugar en donde se encontrará.

Pero también fue un combatiente. Desde muy joven en las trincheras de las luchas sociales y políticas que asolaban el país se orientó por una posición de izquierda, que más tarde con el estudio del Materialismo Histórico y de la realidad concreta, dicha posición se templaría en una personalidad socialista y revolucionaria, pese a quien le pese. Como muchos de los de su generación, perteneció al APRA, pero tempranamente renunció a sus filas al verificar las constantes traiciones a los postulados antiimperialistas que decía defender y al encontrar su Programa ajeno a los intereses del pueblo. Su consecuente militancia en las luchas populares le llevó repetidas veces al presidio, allí compartió encierro y vivencias con el poeta Leoncio Bueno (Con quien publicaría “Las Montañas de Marzo” (1965), que incluyen parte de su libro “Poemas de Marzo”, y con los Comandantes Luis de la Puente Uceda y Guillermo Lobatón Milla y con tantos otros camaradas y amigos que se escapan a la memoria. Recordaría especialmente a estos últimos, como maestros y vigías, resaltando que habían hecho lo que prometieron: la Revolución. Una tarde de los últimos años, en uno de los momentos en donde su memoria se extraviaba, al escuchar las noticias sobre la agresión imperialista en Irak exclamo: ¡Van a romper hasta el mar! Nunca se apartó de los intereses que siempre defendió y esta expresión metafórica nos hace pensar en las condiciones actuales de la avanzada imperialista, que no presenta la misma magnitud de los tiempos del poeta, sino que se muestra cada vez más agresiva. Hay que evitar con la obra de Bacacorzo en una mano y con la decisión popular en la otra que rompan también el mar y el mundo.

Con toda esa experiencia, suma de persecuciones y afirmaciones, Bacacorzo encuentra que su voz sirve a la Revolución. Misma Revolución a la que dedicó los libros “Las Eras de Junio” en 1962, “Las Botellas Rojas” en 1983, gracias a la colaboración editorial de Julio Carmona, y otros libros inéditos, como los poemarios dedicados a las gestas de Túpac Amaru, Mariano Melgar y el gran amauta José Carlos Mariátegui. Así como su obra para la Revolución Cubana: “Cuba y el Búfalo”. Destacan también “Pascua Real” y “Humpo”, en donde nos habla del nacimiento del hombre nuevo, y el libro dedicado a su hija ausente: “Rocío para Mirtha”.

De la experiencia carcelaria surgiría el inédito “Urca”. Al referirnos sobre los pesares de la cárcel, contaba como su hermano Gustavo hacía todo le que estaba al alcance de su mano para tratar de aliviarle los pesares. Este hermano, intelectual dedicado al Derecho y a la Historia fue un gran apoyo en sus últimos días.

Realizó también una gran campaña en pro de la cultura popular, fundó y dirigió la Unión de Escritores y Artistas César Vallejo en 1946, el Teatro Experimental en 1947, en donde haría actuar a su hermana Antonieta, y Avanzada Sur en 1950, esta última aventura en coordinación con su hermano Xavier. En todas estas organizaciones profundizó su estudio de la creación cultural del hombre peruano, apoyando también a una serie de jóvenes escritores y artistas que luchaban por hacer oír su voz en aquellas épocas. Eso lo llevó a componer su poemario “El Libro del Yaraví”, publicado en 1989, que tiene una segunda parte inédita, dedicado al hombre del campo y a sus vivencias profundas. Justamente es un honor que se celebre este Primer Homenaje post mortem, un día como hoy, que se celebra el día de los campesinos y de sus luchas milenarias, a las que el poeta adhirió en tantos versos y acciones.

Sobre su palabra y obra, decir firmemente que renunció a las capillas y a los amarres, a las argollas y a los viajes. Fue autodidacta e hizo de su palabra un magisterio. Se le cerraron las puertas más de una vez, fue borrado de las antologías más difundidas, no obstante en su juventud haber sido considerado una de las voces más brillantes de la Generación del 50, y reconocido en el Perú y en el extranjero. Se puede exceptuar de la lista de los que ignoraron su aporte, a las dignas antologías, de Guillermo Delgado, Martha Isarra, Ricardo Falla y Sonia Luz Carrillo, que plasmaron en sus páginas la obra del poeta.

Los otros, los grandes críticos literarios, muchos de los cuales se enseñorean con su posición y critican al mismo Vallejo, le cerraron innumerables veces las páginas y la publicidad, inclusive muchas veces soterraban su participación en un acto cultural o desaparecían sus originales en los concursos. Bacacorzo jamás se rindió ni se vendió, pues su oficio no era vender libros o agradar a nadie, sino hacer belleza, denuncia y obra social.

En su condición de poeta fue invitado a participar en el Grupo Intelectual Primero de Mayo, al cual adhirió sin reservas convirtiéndose en un miembro más de aquellos poetas del pueblo. Miembro de la generación del 50 no asumió aquella división fariseo de la poesía, entre poesía social y poesía amorosa. Él creyó siempre en una sola poesía, aquella que hablara del hombre, entendiendo que el amor no está separado de lo político ni mucho menos.

En 1966 fue elegido Secretario General de la Asociación Nacional de Escritores y Artistas (ANEA) con Ciro Alegría como Presidente, venciendo a la lista del aprismo encabezada por Luis Alberto Sánchez. Más tarde sería nuevamente Secretario General acompañando a Luis Hernán Ramírez en 1986 y luego Presidente en 1988. En esta época le tocó luchar contra el genocida y criminal gobierno de García y el APRA, al reclamar virulentamente contra la masacre de los penales que acaban de cumplir 20 años en la impunidad, al protestar por el uso demagógico de la repatriación de los restos del gran poeta socialista César Vallejo que el gobierno de García quería hacer para castrar el ideario del gran autor de Poemas Humanos. Desde siempre Jorge Bacacorzo lucho por la defensa de las causas del pueblo y de sus líderes, durante el primer gobierno de Belaunde, encabezó las firmas de los intelectuales que exigían la liberación de los presos políticos y que se manifestaban en contra de que se les aplicara la pena de muerte, entre ellos el luchador Hugo Blanco Galdós.

Los últimos años los vivió en su hogar, al lado de su compañera Flor de María que inspirara su último libro, también inédito “Flor y los Días”. Nombre que explica su vida y su obra y el inmenso amor que lo unía a la mujer que lo acompañó durante más de cuatro décadas y que fue su entrañable amiga, consejera y fiel apoyo y empuje durante su penosa enfermedad.
Deja varios discípulos, a quienes sería injusto mencionar para no olvidar a ninguno. Ellos lo llevan en el corazón y deben demostrar lo aprendido en el ejemplo.

Tuvo cuatro hijos, Mirthia, María Begoña, Jorge Francisco y Francisco Santos y cuatro nietos, Jorje, Gabriel, Juan Pablo y José María. A ellos y a Flor de María su gran compañera, los ha dejado, pero queda la obra. Ella constituye una gran responsabilidad que hay que cumplir y sobre la que ya se está trabajando. Bacacorzo deja cuentos, novelas, poemarios, obras de teatro, crítica literaria y ensayos.


Hace cinco años un 07 de junio se iniciaron los homenajes al poeta, mismo día del cumpleaños de su hija María Begoña. Él nos dejó también un 07 de junio. Queremos agradecer especialmente a su compañera Flor de María, verdadero baluarte de fuerza y amor hacia Jorge, siempre y más allá, y a su hermano Gustavo que lo ayudó en todo momento.

El último año, en el que el alzheimer y el cáncer lo habían prácticamente aniquilado, en uno de los pocos momentos de lucidez que lo asaltaban, le preguntamos: ¿Por qué fuiste poeta? A lo que tiernamente contestó: Porque no sabía hacer otra cosa.
Rescatemos esta visión concreta para nuestra labor, hagamos lo que sabemos hacer siempre por el cambio social, aquél por el que Jorge Bacacorzo apostó su vida y su obra.



Familiares de Jorge Bacacorzo.
Lima, Viñas Azules, 06 de junio de 2008.

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