Hace más de un mes que no posteo. Las vacaciones de mi hijo acaparaban las pocas horas que el trabajo me dejaba. Mañana debería empezar las clases; pero, claro, como siempre "el primer día no se hace nada", "ninguno de mis amigos va el primer día". Este año por fin accedí a sus reclamos de inicio escolar. Tal vez porque llevo semanas de agotadoras jornadas laborales, tal vez porque desconozco esta voz adolescente que me habla con firme tenacidad, tal vez porque son pocos los años que van quedando para que él pida mi consentimiento para tomar decisiones. Cómo ha crecido. Qué pequeña voy quedando a su lado. Sus trece años parecen tan lejanos de aquel niño ansiado que llegó a mi vida para darme ligereza, sentido del humor y un mar de paciencia. Recuerdo que escribí un poema cuando era tan pequeño que sobraba en mi abrazo. Lo comparto con ustedes.
POEMA DE AMOR PARA MAGARI
Tu rostro breve. Aliento de leche y luz.
Me traes noticias del paraíso
Tus frases cortas. Verbo de cuchillo y miel.
Hueles a mar recién inventado.
Sigo la pista de las gaviotas
que anidan en tus sueños
¿Cómo serán tus sueños?
De qué aromas me has vestido
al abrirme los párpados
hacia tu reino de chicharras.
Deberías soñarme para siempre.
Pero, no. Una luciérnaga te distrae.
No puedo sostenerme.
Y me devuelves
cotidiana y sin memoria
a la indiscreción de la noche,
a sus interminables preguntas.
Las gaviotas han partido.
Ahora, estás borrando sus huellas.
Qué dulcísimo alivio
el de tus manecitas
confirmando mis mejillas.
Algo tienes del paraíso. Yo no lo conozco
pero estoy segura que algo tienes de él
la magia está de tu lado
y del mío sólo queda un teléfono enmudecido.
¿En qué segundo nace una mañana?
Las gaviotas parecen extraviados puntos
en tenue azul recién pintado.
Despiertas y me abrazas
con la fuerza del guerrero victorioso...
Exiges el botín de mi alegría. Es lo justo.
Has conquistado indecibles planetas
que nadie más que tu conocerá.
Las gaviotas se embriagan de azul
abro las cortinas. Les doy la bienvenida.
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