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Alfonsina Storni y Horacio Quiroga

La amistad con Quiroga fue la de un entrañable desencuentro. Eran tan diferentes los dos. Norah Lange refiere que en una de reunión a la que habían concurrido varios escritores, iniciaron el juego de las prendas. El juego consistía en que Alfonsina Storni y Horacio Quiroga besaran al mismo tiempo las caras de un reloj de cadena, sostenido por Quiroga. Este, con un movimiento rápico, escamoteó el reloj precisamente en el instante en que Alfonsina aproximaba a él sus labios, y todo terminó en un beso. La dilección de Quiroga se halla presente en varias de las cartas que escribiera entre 1919 y 1922. Alfonsina sintió un afecto muy especial por Quiroga; sin embargo, cuando Quiroga resuelve irse a Misiones en 1925, Alfonsina no se decidió a acompañarlo.
El 20 de mayo de 1935 Alfonsina fue operada de un cáncer de mama. Nunca se recuperó del todo de este mal y, a partir de su aparición, empezó en ella un progresivo enclaustramiento en su propio hogar.

En 1936 se suicida su entrañable amigo Horacio Quiroga y ella le dedicó un poema de versos descarnados:
Morir como tú, Horacio, en tus
cabales,
Y así como en tus cuentos, no
está mal;
un rayo a tiempo y se acabó la
feria…
Allá dirán
Más pudre el miedo, Horacio,
Que la muerte
que a las espaldas va.
Bebiste bien, que luego
sonreías…
Allá dirán.
Alfonsina Storni Martignoni, vivió los últimos años de su vida atemorizada por la muerte, con salidas cada vez menos frecuentes. Todos sabemos lo que ocurrió un 25 de octubre de 1938. Las olas arroparon sus versos y su pena para siempre.


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