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Silvio Rodríguez sin visa para EE.UU.

Entrevista de Bruno Binbi a Silvio Rodríguez.16 de Mayo de 2009
Usted ha denunciado que el gobierno de Estados Unidos le ha negado la visa para el viaje que pensaba realizar para participar en las celebraciones por el 90º cumpleaños de Peter Seeger. ¿Podría relatarnos lo sucedido?
-Sucedió que fui invitado por la familia de Peter Seeger a formar parte de un homenaje que se le hizo el pasado 3 de mayo, cuando cumplió 90 años. Para mí era un honor formar parte de la celebración de una vida dedicada a cantar a favor de muy buenas causas. El abogado del evento me ayudó a solicitar una visa especial que el gobierno norteamericano tiene instituida para eventos culturales. Todos estábamos entusiasmados con ser parte de un reinicio de intercambios culturales entre Estados Unidos y Cuba, pero la realidad es que la visa no llegó. No la negaron; técnicamente todavía está en trámites, pero no llegó para lo que fue solicitada. El revuelo se produce porque unos días antes Obama había declarado que tenía la intención de cambiar las relaciones de Estados Unidos con el mundo, incluyendo a Cuba.
-Supongamos que en vez de pedir la visa, usted se hubiese lanzado al mar en una balsa, ¿lo habrían dejado entrar?
-No sólo me hubieran dejado entrar: me hubieran exhibido como trofeo.-Quizás este hecho sirva para explicar mejor lo que sucede con los cubanos que quieren viajar a Estados Unidos.
¿En qué consiste la ley de ajuste cubano y cuál es su relación con el fenómeno de los “balseros”?
-Según esa ley, hay dos tipos de cubanos: pies mojados y pies secos. Los pies mojados son los emigrantes ilegales que son interceptados en el mar y son devueltos a Cuba. Los pies secos son los afortunados que logran pisar tierra antes que la Marina norteamericana los detecte, por lo que adquieren el derecho a la residencia al cabo de un año. Esta suerte de concurso macabro ha estimulado las salidas ilegales y el tráfico humano (somos el único país del mundo al que Estados Unidos se lo aplica) y el albur de cruzar el estrecho de la Florida le ha costado la vida a mucha gente.
-¿Los cubanos pueden salir de Cuba cuando quieren o el gobierno les impide la salida?
-Para salir o entrar de nuestro país los ciudadanos cubanos requerimos un permiso especial que otorga el gobierno. Esa medida no es una ley: se tomó a principios de la Revolución, como control de fronteras. En mi criterio es obsoleta, además de que daña mucho a Cuba políticamente. Yo creo que debiera ser eliminada.
-En los últimos meses se ha hablado de la posibilidad del inicio de un diálogo entre el gobierno cubano y el nuevo presidente norteamericano Barack Obama, que de hecho fue uno de los reclamos que el presidente norteamericano recibió de sus pares de Latinoamérica en la última cumbre de la OEA. ¿Cree usted que ese diálogo es posible?
-De ese asunto conozco la reiterada disposición de diálogo del gobierno cubano y las manifestaciones presuntamente conciliatorias de Obama en la cumbre de Trinidad y Tobago. Después la prensa ha dicho que funcionarios cubanos y norteamericanos se han reunido en Washington para precisar los puntos que deberán hablarse al más alto nivel. Hasta ahí mi información.
-¿Cómo debería ser ese diálogo?
-Respetuoso, en condiciones de igualdad para ambas partes, creo yo.
-¿Qué significa la elección de Obama? ¿Cree que puede suponer un cambio para la relación de EE.UU. con América Latina, o todo seguirá igual?
-América Latina ha cambiado y tiende a cambiar cada vez más, en busca de su emancipación respecto al norte. Esto ha influido más en sus relaciones con Estados Unidos que el hecho de que Obama haya salido presidente. Cuba es un símbolo de dignidad. América Latina le está haciendo ver a Estados Unidos su inconformidad con el bloqueo. Aun así hace unos días, en un foro en Canadá, un analista dijo que Cuba “no tenía méritos” para estar entre las prioridades de la actual presidencia. Si esa afirmación fuera cierta, cabría preguntarse hasta dónde esa “falta de méritos” implica al resto de América Latina.
-El gobierno de Estados Unidos lleva años hablando de la “democratización” de Cuba. ¿Qué significa para usted, como cubano, hablar de democracia?
-Hay quienes entienden la democracia simplemente como un respaldo a cualquier iniciativa, incluso la de explotar a los semejantes. Otros pensamos que la democracia debe tener muy en cuenta los derechos de los menos favorecidos económicamente. Desde hace más de 100 años Cuba es un país manifiestamente pretendido por los gobiernos de Norteamérica, quienes con ese fin han cometido atentados muy graves contra nuestra soberanía, como la Enmienda Platt, de inicios de siglo XX, que les otorgaba un supuesto derecho a intervenir en Cuba cuando lo consideraran necesario. Por cosas como esa los conceptos de democracia e independencia están muy interrelacionados para los cubanos.
-Usted ha sido diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular. ¿Cómo funciona el sistema electoral cubano?
-Está concebido en lo que en Cuba se llama democracia socialista; comienza en la base con proposiciones de las organizaciones de masas y va ascendiendo en discusiones asamblearias hasta llegar a los niveles nacionales. Por supuesto, la necesidad de defensa de la Revolución ha condicionado políticamente nuestro sistema. Esto nunca se ha dicho así, pero a mi modo de ver son requisitos ideológicos que la resistencia al imperio impone a la Cuba actual.
-¿Cree usted que si se habilitara la formación de otros partidos políticos eso haría más democrático al sistema?
-Hasta donde sé, la palabra democracia quiere decir gobierno del pueblo. Se supone que si el pueblo gobierna es en su beneficio. El pluripartidismo no es garantía per se de que los pueblos se gobiernen. Sobran ejemplos de países con varios partidos que ninguno defiende las razones populares. Suelen mandar los políticos, muchas veces comprometidos con las oligarquías. ¿Cómo se puede identificar la democracia con la defensa de los intereses de los ricos, que en todo el mundo son los menos? La única forma es haciéndole creer a los pobres que un día van a ser ricos. A mí me parece que, más que partidos, hace falta más voluntad de hacer justicia.
Sobre el bloqueo-Actualmente, ¿cuáles son las consecuencias concretas que trae a los cubanos el bloqueo norteamericano?
-El estrangulamiento del comercio y de la economía, la pérdida de miles de millones de dólares. La imposibilidad de hacer transacciones a través de bancos o entidades que tengan relaciones con Estados Unidos, porque ellos les aplican su ley Helms-Burton. Se nos niegan los créditos y el acceso a la tecnología de punta. No sólo no podemos comprar equipos médicos y computadoras, ni siquiera podemos adquirir micrófonos o piezas de repuesto para un estudio de grabación. Han borrado a Cuba hasta de los mapas de las líneas aéreas. Busch nos puso en una lista de países que ayudan al terrorismo. El nuevo gobierno norteamericano acaba de confirmarlo. Toda esta hostilidad dura ya medio siglo. Todavía dicen que lo hacen para ayudar al pueblo cubano.
-Imagine por un instante que Obama anunciara el levantamiento del bloqueo. ¿Qué cree usted que pasaría en Cuba? ¿Qué consecuencias tendría eso en la vida de los cubanos y en las relaciones de Cuba con Estados Unidos?
-Cuba no sólo es lo que ha escogido ser; también es lo que ha podido ser, y esto ha sido gracias a la marcada enemistad de un poder exterior grande y cercano. Sin embargo, a estas alturas, parece haber un punto en el que estamos de acuerdo. Ese punto es que Cuba debe cambiar, evolucionar. Lo dice la dirección de la Revolución, lo dice Obama, lo han dicho muchos políticos y analistas; lo dice el pueblo revolucionario y lo dice también la oposición. Pues yo creo que lo único que provocará ese cambio con cierta rapidez es el levantamiento incondicional del bloqueo. Esa nueva realidad inevitablemente tendrá consecuencias en nosotros. Pero lo que ocurra será lo que merecemos los cubanos por ser como somos y no porque nos lo imponen desde afuera. Si no se levanta el bloqueo, Cuba va a seguir resistiendo. De eso estoy seguro. Y nuestra evolución será más lenta y dolorosa, como ha sido hasta ahora.

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